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El Gallo De Socrates
Contributor(s): Alas, Leopoldo (Author)
ISBN: 1981196323     ISBN-13: 9781981196326
Publisher: Createspace Independent Publishing Platform
OUR PRICE:   $8.45  
Product Type: Paperback - Other Formats
Language: Spanish
Published: January 2018
Qty:
Additional Information
BISAC Categories:
- Fiction | Short Stories (single Author)
Physical Information: 0.11" H x 5.98" W x 9.02" (0.19 lbs) 54 pages
 
Descriptions, Reviews, Etc.
Publisher Description:
Para Crit n aquella recomendaci n era sagrada: no quer a analizar, no quer a examinar si era m s veros mil que S crates s lo hubiera querido decir un chiste, algo ir nico tal vez, o si se trataba de la ltima voluntad del maestro, de su ltimo deseo. No hab a sido siempre S crates, pese a la calumnia de Anito y Melito, respetuoso para con el culto popular, la religi n oficial? Cierto que les daba a los mitos (que Crit n no llamaba as , por supuesto) un car cter simb lico, filos fico muy sublime o ideal; pero entre po ticas y trascendentales par frasis, ello era que respetaba la fe de los griegos, la religi n positiva, el culto del Estado. Bien lo demostraba un hermoso episodio de su ltimo discurso, (pues Crit n notaba que S crates a veces, a pesar de su sistema de preguntas y respuestas se olvidaba de los interlocutores, y hablaba largo y tendido y muy por lo florido). Hab a pintado las maravillas del otro mundo con pormenores topogr ficos que m s ten an de tradicional imaginaci n que de rigurosa dial ctica y austera filosof a. Y S crates no hab a dicho que l no creyese en todo aquello, aunque tampoco afirmaba la realidad de lo descrito con la obstinada seguridad de un fan tico; pero esto no era de extra ar en quien, aun respecto de las propias ideas, como las que hab a expuesto para defender la inmortalidad del alma, admit a con abnegaci n de las ilusiones y del orgullo, la posibilidad metaf sica de que las cosas no fueran como l se las figuraba. En fin, que Crit n no cre a contradecir el sistema ni la conducta del maestro, buscando cuanto antes un gallo para ofrec rselo al dios de la Medicina. Como si la Providencia anduviera en el ajo, en cuanto Crit n se alej unos cien pasos de la prisi n de S crates, vio, sobre una tapia, en una especie de plazuela solitaria, un gallo rozagante, de espl ndido plumaje. Acababa de saltar desde un huerto al caballete de aquel muro, y se preparaba a saltar a la calle. Era un gallo que hu a; un gallo que se emancipaba de alguna triste esclavitud. Conoci Crit n el intento del ave de corral, y esper a que saltase a la plazuela para perseguirle y cogerle. Se le hab a metido en la cabeza (porque el hombre, en empezando a transigir con ideas y sentimientos religiosos que no encuentra